Le presionaba el pecho y se quedaba sin aire. Pensaba cada momento en ese "Y si lo estoy?". La respuesta afirmativa implicaba en ella seguir en el laberinto, ese en el que se encontraba hacía ya unas semanas. Si fuese así, el punto de llegada era sólo matarse.
La ansiedad la dejaba exhausta, como si la hubieran torturado por meses para sacar una confesión: "Lo estás, o no lo estás?".
Toda posible solución implicaba vergüenza, una vergüenza ficticia porque ella sabía de que si la sociedad fuese justa, el problema terminaría rápido, y ella podría vivir.
Pero la respuesta al final fue No, y ella se sintió aliviada, se sintió nueva. Aún así, quedó herida.
Herida porque esa penuria no debería ser sufrida por nadie, porque todas tendríamos que poder ejercer el derecho a decidir. Sobre nuestra vida, sin que ideologías salvadoras de fanáticos se metieran en nuestras entrañas...
Es tan fácil juzgar a los demás, tan fácil creer sin razonar.
Si estás en la misma situación, y vivís en Argentina, aquí te dejo unos contactos que te pueden brindar concejo y ayuda. Sabelo, es tu decisión. No estás sola.
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