lunes, 27 de julio de 2015

Macro

Creo que estoy mejor así. Me gusta pensarlo cerca mio.

Ella, como de costumbre, estaba sola en un ambiente que le era agradable. En la comodidad de su habitación, rodeada por sus libros, los cuales, viendo la absurda cantidad de ejemplares, le parecían pocos. Estaba sola, hacía poco sus padres fueron por víveres al mercadito,  no pasaba mucho del desastroso suceso, no notaron que la heladera estaba vacía, salvo por el agua fría y unos aderezos vencidos. Venía tiempo que pensaba en cambiar el lugar de estudio, la cama, por un escritorio profesional, de esos en los que siempre imaginaba a Borges o Cortázar escribiendo sus historias. Historias que a su pensar, le habían salvado la vida, miles de veces. Miraba un libro de Jung en su repisa llena de polvo, e imaginaba si podría hacerse un psicoanálisis ella misma, también pensaba de que debía limpiar ese mugriento mueble. Nada le parecía normal, esa ausencia material que sucedía hacia ya un mes, había provocado cierto abandono en ella. Ciertas letras le recordaban, ciertos momentos, ciertos sueños. Esas ausencias que se ven imposibles, que no se dimensionan. Lo sobrellevaba, como todo los demás. Se contentaba con apreciar ciertas lecturas, degustar te (porque tenía muchos), quería llegar a poder hacer su propio gusto, esos sueños de niños. Todo era superfluo. 

miércoles, 8 de julio de 2015

Catarsis

Parece que los infortunios, como quien podría considerar, se juntan en momentos de la vida. Ciertos hechos que prefieren suceder en conjunto, pasan, te atraviesan, y del tipo de cosas que replantean tu vida, aunque no tengas ganas de cambiar.
La muerte, su muerte, esa del el/la sujeto, sujeto que era algo permanente en tu vida, donde no se dimensiona el estado de "muerto" en él, acontece, despreocupadamente. La muerte puede cambiar cosas, cosas importantes. puede llevarte a ese lugar del que te había costado salir, puede estacionarte y no dejarte avanzar, puede perderte. Las cosas dichas por ajenos son sólo litros de oxigeno que desperdicia la persona para hacerte sentir mejor, cosa que no sirve. Nada sirve. Pareciera que tampoco nadie sirve, pero a veces la simple presencia de otra persona te ayude inconscientemente, pero vas a sentir que estas solo igual, de todas formas.
Soy lo bastante joven como para saber de esos dolores entrañables. ese dolor de sufrir la muerte de un compañero de vida. Pero soy lo suficientemente joven como para saber el dolor de la muerte de un mentor. Ese sujeto que sabes, es el responsable del mayor parte de tu forma de ser, o por lo menos de tus aspiraciones. Cada recuerdo es volver a sufrir la noticia, esa noticia que te dan en el momento, "se murió". Cada recuerdo parece esa noticia, que pretendemos no entender, pero es tan lógica. Sucede.
Pareciera que la única opción para afrontar ese acontecimiento es esa relación "aceptarlo-no aceptarlo". Aceptar que el sujeto ya no estará, y negar que tu vida cambiará completamente, aunque lo mas fácil es tratar de continuarla como tal estaba.
Ese olor nauseabundo que se aparece en el proceso, esa nausea profunda, ese odio, rencor, paz, se va de a poco, con sutileza. Me hizo acordar de un cuento de Cortázar, del velorio de la casa, donde no había un muerto, de a momentos, y de a momentos si. Sentía que aquella sala cambiaba de lugar cada momento que entraba. El que estaba en el cajón no parecía él, no creo que lo fuera. Era distinto, yo pensaba que ya se había ido, en el momento que dejaba de respirar, si, en ese momento se fue, y era una cosa lo que quedaba.
Empezas a reflexionar sobre como desperdiciaste el tiempo posible para estar con esa persona, y te sentís miserable, pero razonas que no pudo ser de otra forma, porque es imposible vivir pendiente de la muerte inevitable del otro. Eso no es posible.
Esto es una catarsis de las cosas que me pasan luego de la muerte de un sujeto muy importante en mi vida. Sujeto al que le debo la parte buena que soy, lo valorable, parte que constituyen esa clases de sujetos que ordenan tu existencia.
No es sencillo.