miércoles, 8 de julio de 2015

Catarsis

Parece que los infortunios, como quien podría considerar, se juntan en momentos de la vida. Ciertos hechos que prefieren suceder en conjunto, pasan, te atraviesan, y del tipo de cosas que replantean tu vida, aunque no tengas ganas de cambiar.
La muerte, su muerte, esa del el/la sujeto, sujeto que era algo permanente en tu vida, donde no se dimensiona el estado de "muerto" en él, acontece, despreocupadamente. La muerte puede cambiar cosas, cosas importantes. puede llevarte a ese lugar del que te había costado salir, puede estacionarte y no dejarte avanzar, puede perderte. Las cosas dichas por ajenos son sólo litros de oxigeno que desperdicia la persona para hacerte sentir mejor, cosa que no sirve. Nada sirve. Pareciera que tampoco nadie sirve, pero a veces la simple presencia de otra persona te ayude inconscientemente, pero vas a sentir que estas solo igual, de todas formas.
Soy lo bastante joven como para saber de esos dolores entrañables. ese dolor de sufrir la muerte de un compañero de vida. Pero soy lo suficientemente joven como para saber el dolor de la muerte de un mentor. Ese sujeto que sabes, es el responsable del mayor parte de tu forma de ser, o por lo menos de tus aspiraciones. Cada recuerdo es volver a sufrir la noticia, esa noticia que te dan en el momento, "se murió". Cada recuerdo parece esa noticia, que pretendemos no entender, pero es tan lógica. Sucede.
Pareciera que la única opción para afrontar ese acontecimiento es esa relación "aceptarlo-no aceptarlo". Aceptar que el sujeto ya no estará, y negar que tu vida cambiará completamente, aunque lo mas fácil es tratar de continuarla como tal estaba.
Ese olor nauseabundo que se aparece en el proceso, esa nausea profunda, ese odio, rencor, paz, se va de a poco, con sutileza. Me hizo acordar de un cuento de Cortázar, del velorio de la casa, donde no había un muerto, de a momentos, y de a momentos si. Sentía que aquella sala cambiaba de lugar cada momento que entraba. El que estaba en el cajón no parecía él, no creo que lo fuera. Era distinto, yo pensaba que ya se había ido, en el momento que dejaba de respirar, si, en ese momento se fue, y era una cosa lo que quedaba.
Empezas a reflexionar sobre como desperdiciaste el tiempo posible para estar con esa persona, y te sentís miserable, pero razonas que no pudo ser de otra forma, porque es imposible vivir pendiente de la muerte inevitable del otro. Eso no es posible.
Esto es una catarsis de las cosas que me pasan luego de la muerte de un sujeto muy importante en mi vida. Sujeto al que le debo la parte buena que soy, lo valorable, parte que constituyen esa clases de sujetos que ordenan tu existencia.
No es sencillo.


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